MirrayDraft0

Hola, este es un relato creado por Dr Mirray - YT does not match any existing user name. Si lees esto eres gey :]

Título:

Resurgir - Un Nacimiento en una Rota Realidad

Surge lento…

En las cenizas…

En un mar de negro espesor, con amarga esencia…

Con la forma de un atípico ser, pero tan conocido al mismo tiempo…

Visita los nulos espacios, en el corto vacío de la inexistencia, el te mirará, y tus ciegos ojos se abrirán.

Salvador Mundi.


Suspiros pasaron en un lapsus tan corto, en una laguna de líquido grisáceo, surgiendo del pequeño lago una criatura. Abrió sus nuevos ojos, respiró como si fuera un bebé recién nacido con sus nuevos pulmones, y sintió el aire mezclado con el ruido de las lámparas del techo amarillento, postrado en un deprimente ambiente. Una chispa de consciencia resaltó en su nuevo cerebro, utilizando sus piernas y manos para salir desesperado del fluido negro. El que quedó encima de su piel, se desintegró poco después de salir por completo. Parpadeó aturdido por la luz y el pantallazo de información que era la realidad, con su cuerpo tembloroso en perfecto estado.

Pasaron unas docenas de segundos hasta que logró recapacitar. Miró primero a los lados, viendo paredes separadas en las que se veían muchas más paredes y pasillos, el techo decorado con luces del mismo color que los muros, en una simple pero errante realidad. Entonces se miró a si mismo. Completamente desnudo, flaco, con una cubierta de pelaje blanco con pequeñas manchas negras en varias partes en cada centímetro de su piel, garras amarillentas en manos y pies, una extensa cola retráctil que llegaba hasta el piso. Entre sus otros aspectos que el no podía verse a si mismo, tenía un hocico de reptil, una gran cabellera escarlata como si fuera la melena de un erizo, dos luceros de iris roja y dos cuernos draconianos de color negro por detrás de la cabeza.

Dió unos paso hacia adelante, reforzando paulatinamente el control de su mente sobre su cuerpo. Su consciencia procesaba lo mejor que podía la información. No tenía otro recuerdo más que un espacio negro, y su crudo nacimiento. Dió más pasos, cruzó un arco que dividía las paredes ambarinas, llegó a un pasillo. Uno largo, tan largo que la profundidad se perdía por la ineficiencia de los sentidos. Apoyándose en una de las paredes, respiró varias veces para calmarse. Tras unos minutos de descanso, se paró en una postura más recta y sostenida. Apreció de nuevo sus alrededores por unos breves momentos, para volver a caminar, esta ves mucho más controlado.

"¿Dónde estoy?" eso era lo que se preguntaba. Su instinto le decía que algo había de malo con ese lugar, pero como no tenía otro lugar que recorrer, solo siguió caminando hacia adelante. Los minutos pasaban, lentamente se acostumbraba al armónico fúnebre ruido de las luces fluorescentes, del pajizo y redundante color de las paredes, así como de la infinidad del camino. "¿Por qué nací aquí?" era otra de sus dudas. ¿Quién en su sano juicio mandaría a vivir a un lugar tan desolado a un ser viviente? era como una especie de castigo, u algo parecido. Pero solo eran bagas suposiciones, en su joven mente. La soledad es el amigo de quienes fueron abandonados, se suele decir.

Su caminata se perturbó tras encontrar algo. Dejó de caminar monotonamente para mirar hacia uno de los lados, encontrando algo tirado en el suelo a penas unos metros de distancia: dos guantes negros. Tenían un diseño particular, carecian de partes que cubrieran los dedos por totalidad, tal ves por cuestiones de diseño. Desde la distancia se podía ver algo en la palma de uno, un pequeño haz de luz reflejándose en algún tipo de gema cristalina en el centro del guante, además de tener patrones muy atractivos de color rojo. Eran esos símbolos arcaicos que se ven muy seguido en cosas ocultistas o estupideces que pasan por la tele, tenían su cierto atractivo. Nuestro protagonista miró hacia los lados, esperando que alguna cosa extraña pasara, pero no ocurrió nada tras unos momentos de espera. Se acercó a los guantes, los tomó y se los colocó. Se acomodaban muy bien a sus manos.

Pudo ver más de cerca la alhaja. Tenía una forma muy peculiar que recordaba a un ojo humano, pero el patrón era tan bueno que parecía que se formó así de manera natural. Brillante, de multicolores, los más notables eran rojo, azul y verde. Dió un pequeño aplauso, para luego proseguir con su caminata. No le parecía muy normal encontrar cosas de la nada sin ninguna explicación pero, ¿qué es normal cuando nisiquiera sabe por qué has nacido? El ambiente siguió siendo el mismo. La caminata entre los pasillos cerosos continúo, mientras que los demonios del tiempo no hacían absoluta presencia alguna. ¿Será que entre más camine más cosas encontraré? Quizás la realidad te recompensa por avanzar, o quizás alguien dejó aquellos guantes para que alguien más los usase. ¿Para qué servirían unos guantes tan bonitos? quizás nunca lo sepamos.


Nuestro reptil antropomórfico seguía caminando, sin mucho cambio en su rutina. Ya se había acostumbrado al ambiente, se sentía uno con la ligera podredumbre de un espacio abandonado por la realidad. Pero, empezó a sentir un pequeño cosquilleo en la garganta. ¿Tal ves cosas normales de un cuerpo vivo? intentó pensar eso primero. Pero entonces al poco rato se hizo más aguda la sensación, para luego estar presente de tal forma que era casi imposible de ignorar. El resto de su cuerpo paulatinamente se quedaba quieto deteniendo lentamente su paso, hasta detenerse y quedarse parado en una sala de gran anchura. Comenzó a pasar la mirada en todas direcciones, volteando varias veces para estar preparado por lo que sea que percibía en sus alrededores. Todo su cuerpo estaba ligeramente tenso, su mente pasó de estar pérdida en nublados pensamientos a centrarse en lo que sus fanales le relataban.

Entonces… Sintió algo, que lo dejó paralizado.

El silencio se rompió para que se escuchara un estruendo grito desgarrador distorsionado. El lagarto volteó a ver tan rápido como sus oídos captaron el sonido, para contemplar algo aterrador. Una entidad se asomaba entre uno de los pasadizos, con forma vagamente humanoide, su cuerpo hecho de estructuras metálicas cubiertas de un negro óxido, no tenía ojos ni boca, pero su rostro sin forma parecía poder ver a través de su alma. Ligeros gliches se manifestaron en la realidad, acompañados de distorsionados ruidos de almas suplicantes. El terror inundó en pocos segundos todo el cuerpo del reptil, ¿qué podía hacer? de manera inesperada, la respuesta fue concedida de manera audaz. Correr.

El cuerpo del reptil abandonó el shock, para sentir el vibrante plus de adrenalina. Se avalanzó hacia atrás para comenzar a correr lo más rápido que podía, era como si desde antes supiera lo que tenía que hacer. Doblaba en varios pasillos, para ir perdiendo a la monstruosidad que había presenciado. Escuchaba los rugidos del ente rebotando como eco en las paredes, tenía que perderlo. Los minutos de persecusión parecían horas de sufrimiento, una lenta tortura mental. Hasta que finalmente, llegó a un pasillo sin salida. El profundo amarillo desgastado, era lo único que veía. En un intento por encontrar refugio, solo se adentró al interior de la recámara para irse hacia una de las esquinas. Su tensa respiración la intentó calmar, cerrando fuertemente los ojos, mientras los horripilantes bramidos del ente metálico se acercaban cada ves más y más.

Algo extraño ocurría. Lentamente se empezaba a volver al silencio, parece que la criatura perdió de vista a su presa. Con la respiración más calmada, el reptil se quedó completamente quieto en su lugar, abriendo los ojos para observar que nada había aparecido. Dió un paso hacia adelante, para abandonar la esquina de la sala en la que se había escondido. ¿El peligro ya había pasado? Un nuevo accionar inundó su mente, la curiosidad. Se acercó lentamente hacia el exterior, tenía que seguir su caminata, ahora con un claro objetivo: buscar la salida. Pero entonces, ocurrió lo inesperado.

Aquél endriago del cual había intentado huir, se asomó en un suspiro para estar a tan solo unos pies de distancia del humanoide contrario. A la par que apareció, los chillidos glicheados y los rugidos inhumanos volvieron a hacer presencia, inundando por completo las paredes. Su contrario, dió un grito del susto, el miedo volvió a invadir por completo su cuerpo, tal fue el espanto que se había caído hacia atrás. Con sus brazos y piernas trató de retroceder, la entidad se acercó lentamente a él. Así hasta que fue acorralado contra la pared. No había escapatoria, no había salvación, cerró fuerte los ojos mientras su cuerpo temblaba, esperando que todo terminase. Hasta que de repente…

Una llama se encendió dentro de él. Como si de un espíritu glorioso se tratase, un nuevo plus inundó cada espacio de su mente y cada tejido de carne al mismo tiempo. y en menos de segundos, abrió los ojos, cargado de valentía.

El errante monstruo alzó su mano, tomó la forma de una gran y contundente punta, listo para apuñalar y asesinar a su presa. Avalanzó su brazo puñal con todo hacia el pecho de su opuesto. Cuando de la nada, ocurrió lo que menos esperaba.

El lagarto detuvo en menos de un segundo su ataque, con tan solo dos dedos. Luego, cargado de adrenalina y fuerza resplandeciente, se paró rápidamente para tomar con ambas manos el brazo de su contrincante, y sin que pudiera reaccionar, lo levantó ligeramente del suelo y lo hizo estrellarse duramente contra las paredes. La fuerza fue tal que se agrietaron y se hizo un ligero hoyo profundo, cualquiera que fuera lo que estaba pensando la bestia inhumana, claramente estaba sorprendida. Decidió reaccionar, deformó en un pestañear del tiempo su brazo izquierdo, con una apariencia de una larga espada desuniforme. Atacó en dirección del pecho de su enemigo, conocía su velocidad, no había nada más fuerte que él en aquel espacio de salas áureas. Pero eso estaba por cambiar.

Su oponente esquivó la estocada volteando su torso y usando su brazo izquierdo para que de un golpe con la nuca, el ataque se desviase, acompañado con el limpio sonido de una hoja de hierro partiéndose a la mitad. Antes de que se pudiera dar cuenta, el piso su palma derecha sobre su pecho. Quería reaccionar, pero fue demaciado lento. Solo tuvo tiempo de sacar un último grito desgarrante, que fue cortado cuando la muerte vino a reclamarle.

De la para del saurio una gran llamarada ígnea salió disparada de la nada en contra del ente metálico, para rodear la totalidad de su torso y cabeza, derritiendo y consumando el metal en cuestión de fracciones de segundo. Varias paredes al fondo fueron también consumidas por las casi imparables llamas, solo deteniéndose cuando su energía terminó por disiparse en el mismo aire. Los restos de lo que era una bestia de metal, colapsaron en el suelo. Ya no se movían, volvían a ser objetos inertes.

Fue entonces cuando nuestro amigo lagarto retomó la consciencia. Parpadeó varias veces, discirniendo de nuevo la realidad. Al ver el enorme hoyo de varias paredes de profundidad calcinadas y los restos de lo que casi le arrebata su vida, quedó sorprendido. Miró sus manos, concretamente las gemas que estaban en el centro de estas. Estaba confundido, no sabía bien que había hecho o como se supone que logró defenderse. Se alejó unos pasos para descansar sobre una de las paredes, recuperando el aliento. Pero entonces, algo nuevo captó su atención.

Su descanso fue perturbado con la aparición de un portal frente a él. Un distorsionado patrón de gliches cubría ahora el hueco que las llamas hicieron en la pared que tenía en frente, de el se escuchaba un suave sonido de televisión carente de señal. Por unos momentos dudó bastante en qué hacer. ¿Continuar vagando por esas salas amarillas putrefactas, o aventurarse a encontrar una escapatoria? Tras unos minutos de pensar y quedarse observando al irreal portal, la pugna en su mente fue ganada por la curiosidad. Dió un paso hacia adelante, luego otro, y otro más. En frente del portal, lo atravesó con su mano, no sentía absolutamente nada. Dió una pequeña pausa, un suspiro, cerró por momentos los ojos, para poco después abrirlos de nuevo. Y así fue que, atravesó con el resto de su cuerpo la deformación ontológica. Y así nuestro amigo, abandonó el nivel primigenio.

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